1. Primero, la oferta gastronómica, muchas veces no lleva implícita el sello de calidad solo por su posible complejidad, pero entrar en un restaurante muy bien decorado y equipado, y encontrarse con una carta de lo más simple o vulgar puede levantar sospechas, es mucho más fácil al revés, cuando la comida y la carta parecen estar por encima de la decoración o de la ubicación del establecimiento, en ese caso la sorpresa es grata y gana muchos puntos a nuestro favor.
2. Segundo, el personal. Si somos asiduos de un restaurante o simplemente lo visitamos de forma intermitente, debemos fijarnos en su Staff. Si nos damos cuenta que la mayoría de las veces el personal cambia es signo inequívoco de una rotación muy grande, por lo tanto no hay tiempo suficiente como para que el Staff del restaurante esté familiarizado con su propia cocina y conocimiento de sus platos, con la clientela asidua, por lo que repercute directamente en nosotros y sobre todo en la movilidad, todo se ralentiza y repercute en el servicio, por la que la impresión general, incluida la de la comida, baja y afecta de manera directa a nuestra percepción de la calidad.
3. Tercero, las prisas. Un restaurante de calidad no es sinónimo de prisas, el hecho de que un restaurante esté abarrotado y tengamos que esperar no significa que los clientes que están sentados en la mesa reciban un trato deplorable y que el Staff vaya de aquí para allá, con un montón de pedidos repartiéndolos a diestro y siniestro. En un restaurante de calidad la operativa debería de estar más que estudiada, incluyendo naturalmente el hecho de tener todas las plazas llenas y la buena coordinación cocina-sala.
"Ni la comida ni el servicio son de nuestro agrado por muy buenos que sean si el establecimiento deja que desear "
4. Cuarto, la atención al cliente. Un restaurante de calidad debe tratar a simple vista a todos los clientes por igual, desde el asiduo al que entra por primera vez. Al cliente habitual naturalmente de forma diferencial por profesar su devoción al establecimiento, del que ya deberán saber sus costumbres y preferencias, para así poder tener una atención más personalizada y la bien consabida deferencia hacia él de manera esporádica. Al cliente que entra por primera vez para fidelizarlo, si entra y se encuentra que los puntos anteriores junto con el trato dispensado ha sido realizado de forma correcta probablemente la sensación de calidad que hayamos trasmitido sea la correcta.
5. Quinto, detalles y limpieza. Ni la comida ni el servicio son de nuestro agrado por muy buenos que sean si el establecimiento, el mobiliario o la mantelería y cubiertos dejan que desear. La dejadez indica un ansia de dinero; ¿para qué invertir en mantelería nueva y vajilla si están con una ocupación excelente cada día?; ¿para qué ir arreglando desperfectos en el local si teóricamente no hay tiempo para subsanar los manteles agujereados, los cubiertos oxidados o manchados por la cal, etc.? Todos estos pequeños detalles deprecian cualquier buena atención que nos hayan dispensado, y naturalmente la comida pasa a un segundo plano, la cual la metemos en el mismo saco y baja de manera alarmante junto con el índice de calidad del establecimiento.
Estos cinco puntos entre otros nos pueden dar una cierta idea sobre la calidad que buscamos o de por qué no la hemos encontrado. No he hablado del precio, ya que esa otra relación, la de calidad-precio es 100% personal. Si el cúmulo de lo anteriormente mencionado ha sido satisfactorio y la oferta culinaria correcta el precio habrá pasado a segundo término, por lo que un precio superior no habrá sido determinante. Si por el contrario no hemos quedado satisfechos con la comida y además alguno de los puntos descritos con anterioridad no se han cumplido, la percepción de lo que hemos pagado será caro, aún siendo más barato que el supuesto anterior en donde todo estaba a la perfección.
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