Los errores que se cometen en la vida siempre pasan factura. Y las cosas no contadas, acaban pudriéndose. Este podría ser un resumen rápido de lo que le sucede al personaje de Marieke, una joven de 20 años sumida en el desconcierto. Su padre murió cuando tenía ocho años y su madre nunca habla de él. En realidad, su madre nunca habla, ni de él, ni de nada. Marieke tiene un vacío, siente que sin amor todo está acabado. Y busca en hombres mayores y protectores esa figura que le falta. En realidad todo es psicológicamente demasiado evidente. Hasta el final. Un final que sin desvelar nada, revela los motivos de la muerte del padre. Un final que permite pensar que Marieke tiene un futuro. El hecho de que Marieke trabaje en una pequeña y exquisita fábrica de bombones no es una casualidad. La película de Sophie Schoukens es como un bombón amargo: bonito y apetecible por fuera, como la propia Marieke, hermosa y atractiva, pero con un corazón agrio y duro. Y sin embargo, a pesar de su dureza, este film no deja de transmitir cierta poesía, pasando de la suavidad a la aridez sin perder una sola nota de sentimiento.
Sophie Schoukens, la realizadora belga de “Marieke”expresa así las motivaciones de su película: “quería contar la historia de una joven a punto de llegar a la edad adulta pero que está perdiendo el punto de referencia en el mundo contemporáneo. Echa en falta la figura paterna, y su propia madre está demasiado herida para poder ayudarla o apoyarla. Marieke tiene miedo de amar. Le gusta el calor de los cuerpos, la ternura, el afecto. Tiene 20 años y está llena de vida. Pero, todavía no conoce el amor, no sabe cómo construir una relación con un hombre y hacerla prosperar. Busca el amor de manera muy particular: se atreve a amar de un modo diferente para crecer”
No hay comentarios:
Publicar un comentario